¿Está condenada la industria química europea?

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Director Senior y Analista Principal

Los últimos años han sido, cuando menos, duros para la industria química europea. El que hace dos décadas era el complejo químico más productivo y tecnológicamente avanzado del mundo no ha dejado de perder terreno frente a la producción estadounidense, más competitiva, y al gigante de la demanda, China. Los acontecimientos de los últimos años han llevado a las principales empresas químicas, entre las que destaca BASF, a reducir su compromiso con la región y trasladar la producción a otros lugares. Las que se han quedado han tenido que hacer frente a importantes dificultades: Recientemente, INEOS se vio obligada a suspender su importante planta de craqueo de etano "Proyecto Uno" tras incumplir la normativa sobre contaminación por nitrógeno. He reflexionado mucho sobre este tema para preparar mi ponencia en el Lux Forum de Ámsterdam, "Más allá de la descarbonización: Repensar las estrategias de innovación sostenible para Europa". Quiero examinar los factores estructurales que están frenando a la industria química europea y defender que, a pesar de los sombríos titulares, las empresas químicas de la UE probablemente deban recuperarse en lugar de caer durante mucho tiempo en el cubo de la basura. 

¿Cuáles son los factores estructurales que han frenado la industria química de la UE? Hay tres que creo que han sido los más importantes -y especialmente dolorosos- en los últimos años:

  • Energía y materias primas: El principal factor estructural es la desventaja de la UE en materia de combustibles fósiles. Esto no es nuevo para nadie, pero en la última década aproximadamente, la revolución del esquisto en EE.UU. ha puesto a disposición de las empresas químicas materias primas de gas natural muy baratas, haciendo que la producción química estadounidense sea extremadamente competitiva, al mismo nivel que la de Oriente Medio, rico en petróleo. La UE ha reaccionado intentando obtener petróleo y gas natural de su vecino más cercano: Rusia. El gasoducto Nord Stream era una coinversión de BASF, hasta que fue destruido tras la invasión rusa de Ucrania. La crisis energética del año pasado fue realmente la culminación perfecta de una década de materias primas en desventaja, lo que ha hecho extremadamente difícil justificar cualquier inversión adicional en la región por parte de muchas empresas químicas.
  • Inversión e infrainversión: La principal noticia económica del año pasado ha sido el compromiso renovado de Estados Unidos con la política industrial, con un gasto público de cientos de miles de millones de dólares para invertir en áreas como el hidrógeno, la descarbonización y la transición energética. Los incentivos han atraído inversiones de todo el mundo a Estados Unidos, especialmente para tecnologías avanzadas como la captura de carbono y la electrólisis del hidrógeno. La respuesta que ha generado en la UE se ha centrado más en las quejas sobre cómo la política industrial no se atiene a las reglas del libre mercado que en poner un músculo fiscal similar detrás de las transiciones europeas. Esto se suma a una tendencia a la austeridad que lleva décadas en la UE, donde el continente, que era líder en desarrollo e implantación de la energía solar, se quedó rezagado por falta de inversión, incluso en una época de bajos tipos de interés.
  • La demanda: Gran parte de lo que he dicho sobre la desventaja energética y de materias primas se aplica también a China. A pesar de ello, China ha adquirido importancia como centro de producción química, mientras que la UE se ha quedado rezagada. ¿Qué explica esta diferencia? Por supuesto, la economía china ha experimentado un crecimiento meteórico en las últimas cuatro décadas, mientras que el crecimiento económico de la UE ha sido tibio. El lento crecimiento ha hecho difícil justificar la inversión continua en la UE, contribuyendo a un mayor estancamiento de su sector químico. Además, la demanda de China se inclina en gran medida hacia los productos químicos básicos y los polímeros para apoyar su sector de la construcción (por ejemplo), lo que agrava aún más la debilidad fundamental de las materias primas de la UE. 

¿Por qué soy optimista? No es que estos factores vayan a cambiar, sino que van a importar menos en el futuro. La industria química de la UE va a adoptar nuevos enfoques de producción, como la fermentación, el reciclado mecánico y el reciclado químico, como la despolimerización, así como el desarrollo y la exportación de tecnologías a otras regiones. Hay varias cosas que ayudarán: En primer lugar, la UE va a aprender de las lecciones de EE.UU. Las industrias químicas y energéticas de la UE están muy implicadas en la transición energética de EE.UU., y muchas empresas de la UE, como Air Liquide y Evonik, desempeñan papeles importantes en los centros de hidrógeno de EE.UU., y traerán a la UE las lecciones de esos proyectos. También creo que los gobiernos europeos se inclinarán por una financiación directa más agresiva de la ampliación de la tecnología, espoleados por sus homólogos mundiales. En tercer lugar, es probable que el crecimiento de la industria química en general se oriente más hacia los productos químicos de consumo y las especialidades químicas, a medida que aumente la presión sobre los plásticos y se ralentice el motor de crecimiento de China. 

La UE nunca igualará a Houston u Oriente Medio como centro petroquímico puro. Simplemente no hay suficiente densidad de recursos energéticos o biomasa en la UE para igualar la de esas regiones. Habrá empresas que logren defender la refinería tradicional en la UE, pero sólo puede haber unos pocos ganadores; habrá muchos más perdedores. Los actores del sector químico de la UE tienen que subirse al carro de estos nuevos planteamientos de producción o prepararse para un viaje extremadamente duro. 

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